Toma de decisiones: Intención sin acción, pura ilusión.
Dicen los especialistas y autores reconocidos en este importante asunto, que para el buen manejo gerencial (y para cualquier circunstancia de nuestra vida ordinaria), la clave del éxito para alcanzar una meta propuesta, es la toma de decisiones correctas cuando ha de escogerse el camino a tomar, y por lo tanto, previo a ello es necesario conocer claramente lo que se quiere, el qué y el para qué. Evaluar los recursos necesarios y reconocer los obstáculos a superar a lo largo del mismo.
A tal efecto, es no solamente indispensable, sino lógico, que la toma de decisiones, para ser bien sustentada requiere tener el cúmulo de información requerida. Sobre el producto, los mercados, publicidad, clientes, canales de ventas, personal adecuado, logística, finanzas estudios de costos e ingresos, flujos de caja, índices de desempeño, proyecciones, entre otras tantas informaciones.
En lo personal, soy economista de larga data, profesor universitario y consultor de empresas, en distintas áreas. Digo esto no por halagar mi recorrido profesional, sino para resaltar que estás cosas no me son del todo desconocidas.Hace unos dos años se nos presentó la posibilidad de iniciar un negocio, cuyo producto era de gran demanda y poca oferta. En otras palabras una gran oportunidad.
Unido con otros tres compañeros, incluso más experimentados que yo, en estos quehaceres gerenciales y comerciales, formábamos un equipo, que en teoría reunía los conocimientos y destrezas para dar inicio a esta aventura. Pero, lógicamente, de manera previa, deberíamos hacer los análisis necesarios, ya antes mencionados, para la toma de una correcta y bien sustentada decisión. Iniciamos el previo contacto con los fabricantes de los equipos para negociar una representación de exclusividad (debíamos garantizarnos la posibilidad de competidores con más recursos, que se adelantarán en el camino).Y lo logramos.
Ahora, para mayor seguridad, decidimos conocer a fondo los equipos de alta tecnología y como ninguno de los cuatro era experto en estos equipos, además muy poco conocidos, estuvimos dispuesto a hacer un viaje al país del fabricante, para recibir el entrenamiento requerido. Los costos de viaje, estadía y entrenamiento en otro país fuera del continente, se convirtió en el primer obstáculo. No solo por el capital necesario, sino por la disponibilidad de tiempo y las múltiples ocupaciones y compromisos previamente adquiridos.
A este primer obstáculo se le buscó la solución de la necesidad de contratar a un profesional en la materia, pero rápidamente nos dimos cuenta del alto nivel de dependencia, al cual estaría el negocio sometido a esa persona. De tomar ese camino deberían por lo menos tener a dos expertos, como mínimo.
Pasamos a analizar los costos de inversión y operación, el capital inicial requerido superaba con creces todas nuestras posibilidades, pero eso se resolvía buscando uno o varios socios capitalistas, bajo la premisa no tan cierta, de que esto sería relativamente fácil, ante tan prometedor proyecto. Claro, pero siempre y cuando la dirección, la franquicia y propiedad de los equipos quedara bajo nuestro dominio.
El proyecto tomaba otro giro. Por prometedor que fuese el negocio, los posibles inversores, no estaban dispuestos a entregarnos el dinero a riesgo, de algo aun no probado su éxito. Era evidente, que por más que convencidos de sus bondades, las mismas poco convencían a los que solo asumían el riesgo financiero. Nuestro diseño mental de modelo de negocio vs la realidad empezaban a ser diferentes.
Fue entonces cuando nuestros conocimientos se debían poner en práctica; teníamos que elaborar un Plan de Negocio donde distribuimos el trabajo de todo el equipo: Descripción de la operación, breve y entendible explicación de la tecnología, Mercados Nacionales e Internacionales (pensando en posibles expansiones), Cuadros Financieros, Proyecciones de Ventas, de Flujos de Caja, Tasa de Retorno, y otros tanto índices que demostraran, no solo el rendimiento a corto y mediano plazo, sino su factibilidad.
Mientras tanto, (algo más de un año después) aparecieron nuevas tecnologías, a más bajos costos de fabricación de los equipos. Por supuesto una buena noticia, ya solo teníamos que hacer algunos ajustes en los cuadros de cifras originales. Y todo listo la decisión ya está tomada.Esta interesante experiencia, me hizo aprender que, para una buena decisión, además de la información y claridad de los objetivos, había un importante componente, que no se puede obviar:
Que el proceso de decisiones no se acaba hasta cuando no se ponga en práctica lo decidido. La acción es indispensable, para que las cosas pasen
Si vamos a equivocarnos es mejor hacerlo rápido, para así poder corregirlo lo antes posible. (Idea que siempre llevo a mis consultorías y mentorizaje)
Jesús Alberto Ortega
Mentor Family Business