La epidemia mundial del TDAH
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad
|Autor: Simón Rausseo
Recientemente un amigo y un familiar cercano me contaron que sus hijos sufrían del trastorno por déficit de atención con hiperactividad o TDAH. En ese momento, me di cuenta que no eran casos aislados y que este trastorno empieza a ser una pandemia a nivel mundial, cuya única solución son los medicamentos de moda.
No me mal interpreten, no soy un experto para hablar de estos temas y tampoco médico, simplemente tuve una madre psicólogo-sociólogo que a sus 33 años de vida, junto conmigo, leíamos sus libros, guías y ensayos. Quizás ella es la culpable de que me cuestione tantas cosas y mi mente sea tan disruptiva. Sin embargo, estos temas llamaron mi atención de tal manera cuando niño, que lo primero que realicé fue una investigación del por qué.
Primero aclaremos qué es el TDAH.
Según Kids Health “el TDAH es un trastorno del comportamiento bastante frecuente, ya que se estima que afecta a entre el 8 y el 10% de los niños en edad escolar. Los niños son tres veces más propensos que las niñas a padecerlo, aunque todavía se desconoce la causa.
Los niños con TDAH actúan sin pensar, son hiperactivos y tienen problemas de concentración. Pueden entender lo que se espera de ellos pero tienen dificultades para completar las tareas, ya que les cuesta estarse quietos, prestar atención y atender a los detalles”.
Ahora que sabemos esto, debemos preguntarnos lo siguiente:
¿Los padres de estos niños están presentes, pero ausente?
Al principio me pregunté: ¿Nos damos cuenta que estamos ausentes para los hijos? (Aun en el mejor de los casos, estando a su lado) Me fijé que la mayoría de los padres, estamos en el momento más enérgico y pujante de esta sociedad digital, mientras nuestros hijos están viendo más canales de TV, tienen celulares a más temprana edad, equipos de Xbox, Playstation, juegos, computadoras, Tablet, Redes Sociales, reciben avisos publicitarios extraordinarios, etc. y una gran cantidad de situaciones que actúan como un efectivo distractor, impidiendo que los niños puedan prestar atención a solo una cosa a la vez.
Sumado a esta situación tan veloz, algunos padres parecemos zombis encorvados viendo el teléfono móvil y sufriendo de una nueva enfermedad llamada Nomofobia que nos impide dejar el teléfono por segundos y hace sentirnos estrellas de fashion-rock con los selfies a cada cierto momento y esperando con ansiedad un video, sms, Whasstapp, curioseando la vida de alguien en Instagram o Twitter, o la próxima serie grabada que comentó algún amigo.
Ahora imagínalo: Tu hijo diagnosticado con TDAH, tú con Nomofobia y las farmacéuticas vendiendo medicamentos por doquier, dopando a los chamos de este momento tan pujante.
¿Los estamos adormeciendo para nosotros poder sentir que ellos pueden concentrarse en una sola cosa?
Las tareas de la escuela, las órdenes de la profesora, las actividades del hogar
En mi caso, fui criado viendo dos (2) canales de TV y lamentablemente el control remoto se dañó un buen día y nos quedamos viendo solo un 1 canal, el teléfono móvil no existía y la única computadora humana era mi madre que fungía como distractor en los viajes, juegos y tiempo de calidad (ser empáticos e introspectivo), ella me contaba sus historias personales, sus anhelos, sus viajes y todas las maravillas que yo debía experimentar a través de mis propios ojos con la atención propia de una gran curiosidad.
Como derivación de este primer acercamiento al TDAH y la sobre estimulación apalancada en el momento más veloz de la historia del mundo, me permitió deducir que estamos presentes con nuestros HIJOS físicamente, pero ausentes en sus historias, sus pensamientos, sus creencias, sus juegos, sus sensaciones, sus sentimientos, sus valores, sus nuevos códigos de conductas y esto me lleva a pensar otro cuestionamiento.
¿Tienen nuestros hijos un caos mental y emocional por nuestra culpa?
Una señal que nos ayuda a guiarnos como seres humanos cuando intentamos comprender a otros y el contexto que nos rodea , se basa científicamente en ese gran motor que nos mueve a actuar “la duda del amor y el miedo”.
Elegimos a diario y en cada segundos de qué lado de la balanza nos queremos colocar. Las reacciones que pesan en esa balanza del miedo nos hacen sobrevivir como seres humanos, pero también fomentan la desconfianza, el rechazo, desprecios, reproches, huidas, falta de iniciativa, agresividad.
Sin querer, construimos cualquier caos mental y emocional a nuestros hijos, adoptando algunas creencias inmutables construidas a lo largo de la historia del lado de la balanza del miedo
“Miedo a la verdad”, “miedo a ser juzgados” “miedo a no saber explicarnos”, “miedo de las interpretaciones de nuestras experiencias personales afortunadas o desafortunadas”, todos los miedos fueron transmitidos por generaciones de padres a padres, con viejos refranes folklóricos y de las opiniones de algún amigo que finalmente es un desconocido, que sobrevivió y sufrió, supuestamente.
No sabíamos cómo se acontecieron los elementos históricos de este miedo y su trayectoria, pero lo validamos y lo reproducimos a nuestros hijos y en su ADN y/o como ejemplo o imitación de conductas lo colocamos en la parte de la balanza que nos toca vivir día a día sin darnos cuenta.
Pero del otro lado de la balanza, esa volcada al amor, se fomentan comportamientos como: el afecto, la compasión y la tan esperada CURIOSIDAD, esta última me parece fenomenal porque genera nuestra capacidad de asombro. Si alentamos a nuestros hijos diagnosticados con TDAH a descubrir que pueden fijar su atención plena y toda su hiperactividad en lo más curioso que desean en su vida reforzará un cambio importante en sus vidas.
Recientemente a través de una larga conversación con un sobrino diagnosticado con TDAH, llegamos a la conclusión de que no tenía tal enfermedad. Nos preguntamos: ¿Cómo puedes tener TDHA si prestas atención a toda la historia del Futbol del mundo?, incluyendo sus jugadores, goles, equipos, anécdotas, etc.
¡Es decir que si estaba enfocado en algo!
¿Cómo puedes tener TDAH si fuiste campeón de natación en tu club, eras el más rápido, el más enérgico y el de mayor resistencia?
Tales actividades requerían un enfoque mental y físico increíble, lamentablemente llegó a la adolescencia con la balanza propia de sus miedos y la de sus padres ausentes, aunado a un sistema educativo obsoleto que organiza a los niños por edades y no por sus competencias naturales y mentales.
En poco tiempo y extrañamente empezó a sufrir de esta pandemia. Ambos, después de una charla larga, concluimos que había puesto todo su peso en esa balanza llena de MIEDO. Desde el miedo nosotros mismos como padres hacemos transitar a nuestros hijos esos desniveles y caminos resbaladizos que empujamos sin querer y otras veces sin entender.
Desde la balanza del amor transitamos una fuerza espectacular que nos libera de la esclavitud de nuestras propias emociones y nos hace ser dueños verdaderos de ellas.
No es una utopía, solo lean y convénzanse.
¿Vivir profundamente o anestesiado?
Debemos despertar a nuestros hijos, no anestesiándolos con nuestros propias balanzas basadas en el miedo, o con algún medicamento.
Debemos despertarlos YA, prestándoles atención, teniendo tiempo para hablar de nuestros errores, de nuestro presente, de nuestro futuro, debemos “envisionar” (ofrecer visión de futuro) tratando de descubrir sus potencialidades a temprana edad para ayudarlos a llegar a su propósito de vida. Intentemos saber que si “elegiste ser padre” debes hacer girar el peso de la balanza al amor.
Entre las actividades que debemos iniciar y despertar en nuestro cerebro y el de nuestros hijos, están ubicar rápidamente su propósito, sus iniciativas, sus curiosidades, sus anhelos, sus intereses, sus mayores competencias a temprana edad.
Aunque creo que sufrí de TDHA (confieso que hablaba hasta por los codos), mi madre no me anesteció o distrajo con el nuevo juguete de moda, sino que afianzó todas sus mejores lecciones a la balanza del amor. Además, me ayudó mucho practicar ciertas dinámicas que despertaron rápidamente mi interés y mi enfoque.
Ejemplos:
- Usar la mano no dominante para hacer actividades desde lo sencillo hasta lo difícil.
- Usar el pie dominante para jugar un deporte
- Comer con los ojos tapados y aprender a conocer y enfocarnos en nuestro cuerpo.
- Leer en voz alta y aprender los tonos y sentimientos que las palabras pueden producirnos
Algunas recomendaciones
- Practica un deporte con tu hijo, esencialmente algo que le atraiga a él no a ti.
- Involúcrate con sus amigos en cenas, reuniones, en preparativos de fiestas y apoya la idea aunque te parezca descabellada.
- Cambia la ruta para ir a sitios habituales.
- Deja hablar a tus hijos de sus sueños y no interrumpas. (Deja, deja y deja que hable y hable) y, por supuesto, presta atención siempre desde la balanza del amor.
- También algo que me encanta para este virus mundial de TDHA es el juego https://www.lumosity.com, que en su plataforma es recomendable todos en la familia “tienen un paquete promocional de entrenamiento cerebral, enfoque e inteligencia para PAPÁ, MAMÁ E HIJOS” (no lo compre solo por su hijo sino para todos)
- Memoriza algunos telefonos importante como a la antigua ( ya nadie se sabe el teléfono de su casa u oficina) también memoriza con tu hijo párrafos de una novela o libro y juega a citarlos.
- Estimula la concentración con el desarrollo de nuevas habilidades que son fáciles de empoderar en nuestro hijos.
- Aprenda un nuevo idioma desconocido para los dos y ejerciten hablarse a diario en modo divertido y no rutinario.
Quizás la lista puede ser considerablemente más larga, pero por razones obvias, cito sólo algunos ejemplos. En pocas palabras, acciones y ejemplos que los conduzcan al gran descubrimiento de su vocación y del maravilloso “sentido de la vida”
Finalmente, recuerda que estar físicamente no supone que estar formando a tu hijo adecuadamente.
Descubre que tu hijo solamente está súper distraído y que no es necesario dormirlo, sino despertarle rápidamente su vocación.
Encuentra el camino más fácil desde la balanza del amor y no del miedo.