PRIMER ESPECIAL COACHING MIGRATORIO CÓMO ENTENDERLO Y APRENDER DE ÉL
Derivado del contexto venezolano, recientemente nuestro mentor NELSON JOVANDARIC, nos comentaba su reflexión acerca de la migración de su abuela DESANKA y su papá NENAD VUCKCEVIC, ambos huirían de un campo de refugiados, tiempo después del fusilamiento de su abuelo MILORAD , ocurrido en Kraljevo, Serbia, en octubre de 1941.
Las circunstancias, destino y algunas dosis necesarias de fracasos, los hicieron aprender y recuperarse rápidamente de las situaciones adversas y complejas originadas por la migración obligatoria o necesaria. El salir de su tierra natal y llegar a radicarse en Barquisimeto, obligó a su abuela a un nuevo comienzo, de ser profesora de educación física en su país, pasó a ser cocinera en una región donde el comunicarse, al principio, le era casi imposible, ya que aunque ambos, la madre y el niño, hablaban varios idiomas, inglés, francés e italiano, entre otros, estaban en un país donde la mayor parte de la población solo conocía y hablaba español.
Ambos se sobrepusieron al proceso de cambio, el padre estudió hasta bachillerato en Venezuela y luego volvió a Europa a continuar sus estudios superiores, la abuela, de cocinera, pasó a ser una decoradora de espacios, trabajo que poca gente conocía en ese momento. Una guerra cambia la vida, involucra la pérdida de los vínculos sociales, así como, la pérdida de los afectos que se marcan de forma indeleble en la vida de quienes son acontecidos por esta realidad.
La marca de la guerra para Nenad estaba ponderada por su infancia en Serbia hasta sus últimos días, la guerra era tema inevitable y cotidiano para él, a pesar de esto desarrolló mecanismos de supervivencia extraordinarios, una sangre fría no aparente pero legítima ante el peligro, una capacidad de riesgo poco común, una adaptabilidad que junto a lo demás transmitió a sus hijos, una manera de ver todo como si fuera un acto cotidiano, sin dejarse nunca abrumar por lo que para otros eran tragedias terribles. Estos sobrevivientes no ocultan su tragedia, la trascienden y llevan de manera estoica, aprenden a ser muy agradecidos con el acto de estar vivos.
Aunque la migración ahora en Venezuela es un evento particular, ésta siempre ha sido una constante a lo largo de la evolución de los países y el desarrollo del hombre en conjunto con la sociedad. Este proceso constituye un profundo cambio tanto físico, psicológico, emocional y surte efecto transgeneracionalmente como es el caso de nuestro mentor y su familia.
Desde la disciplina del coaching y mentoring, la migración muchas veces involucra una especie de duelo y éste debe ser gestionado a tiempo para lograr una sanación, representando un mayor desafío porque el disparador-accionador de la migración supone muchas veces UNA “PÉRDIDA AMBIGUA, QUE OCURRE CUANDO LA PÉRDIDA ES UN TANTO INCIERTA”; es decir, no se puede constatar del todo y por ende pasa desapercibida ante nosotros, nuestros familiares y amigos.
Esta pérdida ambigua tiene dos grandes particularidades:
La persona está físicamente ausente pero presente psicológicamente
La persona está físicamente presente pero ausente psicológicamente
Por un lado las personas que emigran tienen presente a su familia psicológica y emocionalmente, pero no las pueden abrazar o sentir materialmente, puesto que la mayoría de las veces están alejadas por kilómetros de distancia.
Por otro lado, cada uno de los miembros de la familia que emigra, puede aislarse uno del otro por el cambio de su rutina de vida, nuevo trabajo, horario y adopción de nuevas culturas, que naturalmente impulsan a reprimir emociones y crear inmediatamente barreras entre los propios miembros de la familia.
La necesidad de adaptarse a nuevas condiciones de vida, sin el apoyo y soporte que implica el tener una familia o un grupo que le respalde, desencadena una serie de mecanismos de defensa, tanto biológicos, emocionales y Psicológicos.
Biológicos: Nuestro cuerpo tiende adaptarse a las estaciones climáticas, cambios de horario, rutinas diferentes, alimentos diferentes y horario de comidas y de sueños. Inclusive tiene que desarrollar nuevos anticuerpos para enfrentar las enfermedades predominantes de dicha región. En consecuencia, el cuerpo, al llegar a otro país o con el tiempo se puede ver de pronto colapsado, por lo tanto puede desarrollar enfermedades nuevas o bien empezar a retener líquido o grasa para poder sobrevivir, esto varía de acuerdo a los mecanismos de supervivencia de cada persona.
Emocionales: Repentinamente usted puede sentir el dolor de la pérdida, porque tiene que enfrentar la realidad del nuevo país, buscando un trabajo o un lugar donde vivir, que la mayoría de las veces ofrece condiciones mucho más precarias que las que tenía en su país. En ese momento no podemos hacer contacto con nuestros sentimientos y sensaciones. Por lo tanto, vamos inhibiéndolas, porque el diario vivir nos consume la mayor parte del tiempo.
Como resultado de esa inhibición de las emociones que no son escuchadas, poco a poco empiezan a manifestarse con mucha fuerza, síntomas de insomnio, ansiedad, pánico, tristeza y ese dolor ambiguo de duelo migratorio. El no tener amistades con las cuales hablar o desahogar sus sentimientos, genera un caldo de cultivo idóneo para empezar a retraerse psicológicamente y volverse ausente de la situación.
En los casos de migración con familiares, es normal que la falta de integración por diferentes razones como, “idioma, cultura, etnia y religión”, generen un sentido de culpa por aquellos retos individuales y familiares que deben superar. Así como también, un sentido de culpa por los familiares que no pudieron traer físicamente desde su país de origen. El sentido de culpa muchas veces es representado cuando comen o ganan dinero, prefiriendo comúnmente quedarse con una pequeña parte del dinero del trabajo para enviar el resto a sus familias con la finalidad de canalizar la culpa.
Psicológicos: Un cambio de país o región siempre está compuesto por una profunda crisis existencial, es encontrarse de frente con el miedo a lo desconocido. A los de perfil más aventurero les regala un riesgo nuevo, pero en el fondo de su corazón saben que acarrea una pérdida de estatus y sobre todo de falta de apoyo emocional y psicológico, esto en muchos casos, asumido por la idea errada de que el estatus es una condición externa del hombre y no un hecho intrínseco del ser humano.
Cuando adicionalmente se lleva a la familia, la preocupación de saber que lo único con lo que cuenta en ese país es con él o ella que decidió emigrar, estos sentimientos crean un profundo peso sobre sus espaldas, que les lleva a sufrir de un intenso estrés.
Las condiciones psicológicas se ponen en incertidumbre cuando normalmente conseguimos un nuevo trabajo, que en la mayoría de los casos de migraciones obligatorios o necesarias, siempre estará muy por debajo de nuestras expectativas, capacidades profesionales y experiencia; en consecuencia, nos va a costar mental y físicamente desarrollar una actividad a la cual no estaba acostumbrado o sentía que ya había superado años atrás. Así mismo, ser extranjero sin documentación del país receptor va profundizar aún más el miedo a ser capturado o saltarse alguna ley por desconocimiento. Todo esto se resume en estrés que puede llevar a desarrollar agresividad, falta de autoestima, inseguridad, y depresión, e inclusive puede despertar a largo plazo en posibles trastornos obsesivos compulsivos que habían permanecido dormidas.
En nuestra próxima entrega abordaremos las estrategias para emprender una buena migración y dejar atrás el duelo ambiguo.