¿CUÁL ES LA MOTIVACIÓN?
“A esta persona no le importa su trabajo.
A esta persona le importan las personas que obtienen el fruto de su trabajo.”
Tomaré prestada esta frase de algún autor que desconozco, porque me llevó al recuerdo de alguien a quien en toda mi vida he tratado de imitar.
Conocí y compartí en su trabajo con esa persona muy próxima a la jubilación – una persona a la que le debo mucho – que al día de hoy, a pocos meses de ese retiro dorado, sigue empujando y pensando en nuevos proyectos con la energía, compromiso y entusiasmo del primer día. Ante cualquier requerimiento está dispuesto a escucharte, alentarte, corregirte en lo necesario y buscar el camino para ponerlo en marcha. Nunca tiene un ‘No’, nunca un ‘no tengo tiempo’ o un ‘no puedo’.
Me pregunto muchas cosas sobre esta persona: ¿Qué come para actuar de esta forma? ¿Respira algo especial, algo que los demás no sabemos asimilar y aprovechar? Esa actitud… ¿Cuánto tiene de innato, cuanto de hábito y cuánto de aprendizaje? ¿Lo hace por dinero? ¿Qué gana haciéndolo? ¿Reconocimiento? ¿Tiene acciones de la compañía? … Y una muy importante ¿Podríamos replicar esa conducta?
A estas preguntas, la respuesta es NO, ni come, ni hace nada especial. Tampoco lo hace por cuestión de dinero. Ni le falta ni le sobra pero no va a ganar más por el hecho de actuar como actúa.
Pienso que tal vez pueda haber tenido unas circunstancias profesionales especialmente fáciles y que sienta un compromiso férreo con la organización por ese motivo pero no, no ha sido así. Al contrario, ni ha tenido un reconocimiento especial o significativo ni le ha resultado fácil obtener recursos para tirar adelante con muchos de estos proyectos que hoy son una realidad.
¿Qué es lo que marca la diferencia con tantas otras personas?
Me doy cuenta que lo que hace la diferencia es que a esta persona no le importa su trabajo; a esta persona le importan las personas que obtienen el fruto de su trabajo.
Cuando el sentido de lo que hacemos lo ponemos de forma trascendente en las personas, cuando son ellas y su bienestar, lo que realmente nos importa y no el medio o el trabajo a través del cual lo logramos, entonces pierde sentido pensar en la retribución, en el reconocimiento, en los medios o el esfuerzo. Simplemente hay que hacerlo y se hace.
Y eso es lo que llamamos vocación de servicio. La cual podemos llenar con cualquier trabajo honesto y bien hecho, sin importar el nivel jerárquico, ni el oficio. Salvar vidas, enseñar a otros, etc.
Cualquier oportunidad que nos da la vida para ayudar a los demás es una oportunidad que hay que aprovechar. Estar atentos y dispuestos para hacernos conscientes en cada momento, siempre habrá un verdadero motivo para crecer en la vida a través del servicio.
De esa convicción intrínseca y trascendente, saldrá la motivación y las fuerzas para hacer lo que se debe y para hacerlo mejor.
Jesús Alberto Ortega
Dedicado a todos los padres en su día, los verdaderos mentores de la vida.