La Disciplina de hacer las cosas ¿Con o sin arte?
Siempre me ha sido difícil hablar acerca del arte, no por la infinidad de contenidos que desbordan a este concepto, sino por lo que dichos contenidos han obrado en mí a lo largo de la vida.
De la época de estudiante recuerdo lo necesario que se me hacía cumplir mi asistencia a clases. Al comienzo creía que se debía a la necesidad de aprender el “oficio “ o a la inevitable curiosidad que desde la niñez me ha acompañado. Luego, y con asombro, me di cuenta de que el arte tendía un puente tan valioso como mágico entre mi comprensión de la vida y lo que observé como una verdad ulterior, ese algo que está más allá de la cotidianidad pero que, paradójicamente, nos ayuda a vivir de mejor manera dentro de ella.
Mientras para nosotros en occidente realizar labores comunes como escribir, comer o lavar nuestra ropa, entre otras cosas, se reducen a su ejecución y solo eso, para ciertas culturas orientales todo, absolutamente todo lo que se hace es arte y como tal debe ser sentido y ejecutado.
Este criterio propone de manera directa un cambio sustancial en nuestro accionar-pensar-reflexionar. Por ejemplo, ahora mismo, el estar sentado frente a la computadora escribiendo, deja de ser un acto mecánico para convertirse en algo más próximo, en “el arte de escribir en computadora”.
Cuesta mucho concebir la idea de un mundo sin arte y hacer de esta disciplina un argumento para cualquier evento, reunión, proyecto o razón personal. Pero más que esto, cuesta pensar que se pueda manejar la vida sin ella.
Sin importar cuál sea nuestra ocupación o circunstancia, todo cambia a favor o mejora cuando El Arte participa de nuestro quehacer. Si somos sistemáticos, racionales y disciplinados, la idea de depositar (así sea parcialmente) nuestra “seguridad” en una zona donde lo inmaterial construye su verdad, podría ser tomado como un acto sin arte, poco creativo, autómata y sin ningún beneficio.
Podemos entender que cualquier organización moderna, estimando lo anterior y sin importar a qué nos dediquemos, sabrá que “la clave del éxito no es concebir la estrategia perfecta, sino la habilidad para saber ejecutarla”. Esa habilidad es simplemente arte, un poco “inmaterial o subjetividad“,pero de inmenso valor y beneficios para todos.
Las empresas que se permiten desde el arte “no hacer las cosas por hacerlas” tienen espacios llenos de posibilidades infinitas y sobre todo para co-crear con sus empleados la humanización y el detalle de ser especiales para sus clientes.
Tal vez sea un salto al vacío, no lo sé y no soy el indicado para decirlo, debido a que para mí el arte representa la cotidianidad y es ahí donde me siento “a mis anchas”. Lo cierto es que esto es un salto para otros y por ello, tomo la libertad de recordarles que en los espacios seguros no se construyen nuevas verdades. Recuerda: este mundo reclama cambios sustanciales en el ser y en la ejecución artística de parte de nosotros.
La Disciplina de Hacer las cosas (sin arte o con arte)
Nelson Jovandaric
Mentor de BAM