EN LA TRANSFORMACIÓN DIGITAL, ¿QUIÉN ES PRIMERO: EL TALENTO O TECNOLOGÍA?
Desde inicios de este año muchas organizaciones han experimentado la imperiosa necesidad de su transformación digital y una acelerada adopción de prácticas tecnológicas cotidianas; todo esto a partir de las consecuencias que ha causado la pandemia de Covid-19. Vemos y escuchamos continuamente que se requiere: “habilitar los servicios de datos, consultas en línea, registros, ventas y trámites digitales, los cuales se constituyen cada vez más como aspectos importantes en nuestra vida y de valor sustantivo en el nuevo ecosistema natural para actuales y futuros negocios”. La transformación digital no es un concepto que podamos postergar o dejar en un plan de acción sin ejecutar, es una etapa que toda organización deberá gestionar en el corto y mediano plazo durante el 2020.
Hoy en día, contrariamente a la creencia popular, la transformación digital no tiene que ver con la tecnología, adquisiciones de computadores o inversiones en software; realmente tiene que ver más con las personas que hacen vida en su organización y con el alfabetismo tecnológico de nuestros equipos de trabajo, clientes y relacionados. A partir de esta creencia, la mayoría de nosotros terminamos asumiendo que nos haremos innovadores con la adquisición de nuevas tecnologías, obviando que nuestras carreras deben ser continuamente mejoradas con estudios de análisis de datos, lógica de programación, gestión de información, estadística, inteligencia artificial, ciencia de datos, inteligencia de negocios, gestión de procesos, innovación, etc.
Actualmente tenemos la posibilidad de comprar casi cualquier tecnología, sin embargo, la capacidad de adaptarnos a un futuro aún más digital depende del desarrollo y la generación de habilidades propias para conocerlas y dominarlas, de esta forma se pueden ir cerrando la brechas entre el alcance de la tecnología y el talento que tenemos para manejarla y sacar el mayor provecho de ella.
A manera de ejemplo, en un reciente estudio realizado por una prestigiosa universidad de Europa, le asignaron el mejor teléfono inteligente a 100 personas jóvenes miembros de una organización que no tienen cultura de innovación; los resultados finales mostraron que solo el 10% de los participantes logró aprovechar el verdadero potencial que tiene la cámara, procesadores, memoria, aplicaciones, etc., del teléfono; el otro uso particular se orientó principalmente a comunicaciones no formales por whatsapp, twitter, Instagram, facebook y otros elementos que no evidenciaron factores relevantes de transformación digital.
Recientemente, un importante cliente renunciaba a la posibilidad de ofrecer una mejora gigantesca en los servicios y niveles de atención digital a sus usuarios a través de la implementación de un sistema de automatización y virtualización de sus servicios de préstamos y consultas de datos, con la excusa que existía una escasa educación tecnológica en sus clientes y usuarios; sin embargo, al profundizar un poco más en las verdaderas razones, encontramos que la principal limitante era el propio sesgo de sus empleados por continuar manteniendo un status quo en el departamento de sistemas y el miedo a la innovación y los retos que ella implica.
Ahora bien, nuestra principal mirada para la transformación tecnológica debe ser muy clara y contundente: si bien el futuro es más incierto que nunca, por el fenómeno del COVID-19 y otros elementos similares que puedan surgir, estamos convencidos que una apuesta fundamental y necesaria en el futuro próximo es enfocarse en “capacitar y empoderar a las personas para que estén realmente preparadas y habilitadas para adaptarse al cambio”, de la misma forma que nuestros esfuerzos pasados nos han permitido adaptarnos a nuestro mundo actual, más digital y virtual (y es una evidencia no casual que estamos escribiendo esto desde lugares remotos y separados, y tu probablemente lo estés leyendo en aislamiento físico).
Con el objeto de responder la interrogante expresada en el título de este artículo, “EN LA TRANSFORMACIÓN DIGITAL, ¿QUIÉN ES PRIMERO: EL TALENTO O TECNOLOGÍA?”, resulta fundamental analizar y gestionar los siguientes aspectos:
¿PERSONAS O TECNOLOGÍAS? Debemos poner a las personas primero, la tecnología siempre trata de hacer más con menos, pero esa combinación es efectiva solo si combinas la tecnología con las habilidades humanas correctas. Así como, la disrupción tecnológica generalmente ha llevado a la automatización y a la eliminación de trabajos obsoletos, también es cierto que ha creado gran cantidad de nuevos empleos.
El aspecto creativo de la innovación depende completamente de las personas. Si podemos aprovechar la adaptabilidad humana para mejorar y fortalecer nuestros equipos de trabajo, entonces podemos aumentar simultáneamente las capacidades humanas y las tecnológicas. Es realmente simple: la mejor de las innovaciones resulta realmente irrelevante si no estamos lo suficientemente capacitados para usarla; incluso las mentes humanas más impresionantes serán menos útiles si no logran integrarse efectivamente con la tecnología. La meta es garantizar que cuando los líderes piensen en invertir en tecnología, primero se enfoquen en invertir en las personas que pueden hacer que esa tecnología sea útil.
Al igual que en la década pasada se exigía a cualquier empleado poder manejar software de ofimática, procesadores de palabras, hojas de cálculos, etc., hoy en día resulta básico que debas entrenarte urgentemente en soluciones de software estadístico, lenguajes de programación, bases de datos, ciencia de datos, inteligencia de negocios y soluciones para la gestión de procesos y proyectos. Estas nuevas capacitaciones pueden ser elementales y un poco confusas al principio, pero muy seguramente van a asegurar una transformación digital apalancada por todos.
¿HABILIDADES BLANDAS O DURAS? En nuestra experiencia la mejor manera de hacer que su organización esté más centrada en los datos y tenga un verdadero ADN digital, es invertir en primer lugar, de forma selectiva, en aquellas personas que son más adaptables, curiosas y flexibles dentro de la organización. Como nadie sabe a ciencia cierta cuáles serán las habilidades clave para el futuro, la mejor acción es apostar por ese perfil de empleados que tienen más probabilidades de desarrollarlas. Recuerde que “la competencia técnica es temporal, pero la curiosidad intelectual de su talento humano es permanente”.
¿CAMBIOS DESDE ABAJO O DESDE ARRIBA? Siempre comentamos que en los negocios todo se puede copiar excepto el talento, por lo que si busca impacto verdadero comience la transformación digital desde los ejecutivos de arriba; invierta y seleccione el mejor talento, que es de donde finalmente obtendrá el mayor valor. La idea de fomentar la transformación digital desde abajo es una idea totalmente romántica y con una posibilidad enorme de fallar dentro de su organización.
Miles de empresas hoy han experimentado que el impulso para una efectiva adopción de tecnologías e innovación proviene de una simple pero poderosa habilidad, el liderazgo, ya sea transaccional o transformacional. En nuestra experiencia continuamente desarrollamos secciones de creatividad y análisis de capacidades tecnológicas para probar soluciones de software y generar las correspondientes capacidades que requerimos para aprenderlas.
¿CON DATOS O SIN DATOS? Gran parte de la discusión actual sobre los datos se centra en que estos son el principal eje diferenciador para proteger su organización en el futuro; de igual forma, representan una ventaja competitiva mucho mayor cuando logramos traducir y valorar su verdadero impacto. Las organizaciones deben dejar atrás los modelos tradicionales orientados a capacitar en estas áreas sólo al departamento de sistemas y su personal, así como erradicar el miedo de formar a empleados de otras áreas en habilidades tecnológicas que les habiliten para traducir esos datos en ideas significativas, y sobre todo, poder actuar sobre esas ideas de manera más rápida que los propios ingenieros de sistemas y/o empleados tecnológicos.
Los datos realmente son mucho más que el oxígeno o el combustible necesario para lograr un verdadero proceso de transformación digital; y eso es algo que no se puede comprar contratando un científico de datos, simplemente lo cultivas en tu equipo, lo nutres y lo aprovechas con tiempo, y sobre todo con liderazgo.
Google, Amazon, Facebook y muchas otras organizaciones innovadoras, no se centran en la capacidad o el conocimiento de sus científicos de datos, o en la funcionalidad real de su tecnología, sino que han desarrollado poderosas culturas centradas en el análisis e interpretación de datos de manera disruptiva.
¿FALLAR LENTO O RÁPIDO? Tolere experimentos rápidos, con la premisa que las lecciones aprendidas de esas experiencias fallidas, seguramente le harán más fuerte e inteligente para seguir progresando; está bien y es normal no tener éxito de inmediato, especialmente si no estás preparado para fallar rápido.
La obsesión con el éxito inmediato, en una empresa que no está acostumbrada al uso de la tecnología, muchas veces termina mal y castiga de manera contundente la falsa sensación de seguridad que se tenía con las metas de un proyecto de innovación. Por estas razones resulta muy inteligente intentar tener las fallas más a corto plazo y seguir aprendiendo rápidamente.
Para muchos directores de proyectos, mejor conocidos en el mundo de las tecnologías como PM /PROJECT MANAGER, les resulta difícil la posibilidad de racionalizar sus fracasos y menos aún el fracasar prontamente; como consecuencia no comprenden “que han aprendido de los errores” y optan por generar un sesgo paralizante que limita el avance de muchos proyectos de transformación digital.
Finalmente les invitamos a navegar en el medio de una crisis histórica y a tener claridad en las ideas clave que impulsarán la verdadera transformación digital de nuestra organización. La orientación principal es alimentar la curiosidad, apoyar las nuevas habilidades blandas de nuestro personal y explorar posteriormente la tecnología que nos acompañará en este proceso de TRANSFORMACIÓN DIGITAL.
Henry Rodríguez & Simón Rausseo